Retratando un olvidado país de las maravillas
Durante toda la
vida hacemos un trabajo de introspección de todo lo que nos ha ocurrido,
sometiéndolo a juicios constantes para generar conceptos que a veces van dejando
reminiscencias de procedencias tan inexactas que no sabemos de donde surgieron,
a pesar de eso, tratamos de inventar métodos que nos permitan seguir
aferrándonos a todo tipo de ellos... les llamamos recuerdos.
A pesar de que no permanecen exactamente intactos y que el tiempo deteriora nuestra vulnerable memoria, nos intentamos asegurar de que no se eliminen completamente, usando artefactos que permitan que archivar eso sea lo más sencillo posible; tomando alguna foto.
Esto nos ayuda a la construcción de todo un nuevo mundo, ya que una fotografía tiene el poder de potenciar el acto de recordar, pero sin dejar de ser un mero recurso para adentrarnos al mundo del recuerdo, su tiempo, espacio y lugar; utilizando una lectura visual se van crenado distintas asociaciones en los elementos que la conforman. Hasta ser completamente envueltos en ese ambiente, es cuando se va creando una transcendencia que de manera indirecta, nos da a conocer una historia corta, llena de significado, resumiendo, nos ayuda a capturar el tiempo y el espacio de una situación determinada.
Aunque existen otros medios visuales, la fuerza de una fotografía la ha ayudado a mantener su puesto, ya que es una representación icónica; un archivo perfectamente organizado, que por su naturaleza nos da un aspecto general del ambiente, que al observarse puede ser maleada, alterando la realidad del motivo original por la que fue creada, siendo limitada tan solo a lo que se desea mostrar y lo que se desea leer en ese momento.
Al comenzar a leer ese archivo visual, nos vemos influenciados a lo que nosotros conocemos, la percepción de ese momento, siendo tan solo un rompecabezas de elementos que lentamente van tomando forma, los símbolos visuales que conocemos los vamos reconociendo, poco a poco hasta firmar una idea más clara de lo que representa y así poder asociar esos pequeños conceptos hasta poder interpretar esa historia que se desea relatar. Con esto esas memorias plasmadas se muestran ante nosotros en una corta historia gráfica.
Al estar maleado por nuestra percepción e intenciones, la idea de mostrar esas vivencias o momentos nos va formando una identidad que se forma por esas intenciones. Comenzando por lo que deseamos mostrar, esa felicidad momentánea a la que nos aferramos y por un motivo no deseamos olvidar, una situación que nos llena de felicidad o por el contrario nos produce una nostalgia profunda al no poder acceder completamente.
La modificaciones que le vamos dando, no solo son por los elementos principales, también se puede delimitar para darle un valor temporal, decidir las partes que no queremos mostrar e incluso resaltar esas que nos hacen más atractivos hacia los demás, mostrando una realidad ficticia que nos hace dudar la verdadera realidad que la envuelve.
Imagina un mundo donde las cosas que te rodean hablan más de los que somos, que tu mera esencia ¿qué mostrarías?, una eterna cara de felicidad en cada momento o una cara de misterio, una actitud sería que tenga el poder de aumentar nuestra curiosidad para saber más de ti y quien en realidad eres.
Una fotografía es un juego de luces, en las que se van a acomodando cada elemento, una orquesta gráfica que solo desea poder envolvernos en un mundo al cual no pertenecemos y hacernos parte de él, sin embargo, depende de nosotros saber si hacemos un recuerdo falso y un acto de presencia en esas situaciones o solo nos limitamos a ser un mero espectador más de lo que cada persona pretende que sea su verdadero mundo.
Para saber más:
- Fernández A.A.. (2013). La mirada del recuerdo . Barcelona: Universidad Pompeu Fabra.
- Sánchez J.A.. (2011). La fotografía, el espejo con memoria. Con-Ciencia Social, 15, pp. 37-45.