La coexistencia con tu recuerdo
Hablar de olvidar un amor es una parte arte y otra ciencia, el porqué es muy simple; no podemos hablar de amor sin recordar a alguien (darle una interpretación) y necesitamos una explicación para poder entendernos, en otras palabra... no podemos hablar de amor sin haberlo sentirlo y hablamos de olvido por simple necesidad.
A través del tiempo, nos presumimos como personalidades maduras, teniendo el valor de dejar ir lo que no es nuestro e incluso presumiendo de corazones rotos por nuestra causa, como un trofeo o una victoria de una lucha que no tiene sentido e incluso no tiene final, pero, nos guardamos en silencio esas derrotas que nos van acompañando por toda la vida, unas cicatrices que nos hacen creer y dejar de creer en finales felices.
El deseo de olvido como un ciclo interminable, en una danza, un vaivén que se intenta alejar del consiente hasta poder ser, de alguna manera, enterrado en lo más profundo del inconsciente, impulsado por una angustia que nos va generando ese recuerdo con la esperanza de que nunca aparezca de nuevo y que ese dolor desaparezca (a esto le llamamos represión).
Pero no podemos dejar de lado las cosas con las que creamos lazos, de alguna manera la asociación de recuerdos hacen que crear cadenas en este proceso, donde, la asociación con; lugares, tiempo, cosas, sentimiento y personas forman un gran complejo. Cuando ese complejo cambia, los sentimientos de alegría son sustituidos por profundas tristezas y decepciones, hacemos un corto circuito en ese intento de recordar y esta sustitución de asociaciones, hará desplazar ese recuerdo hasta poder olvidar (perturbación del pensamiento).
El intentar aferrarse es algo que puede ser engañoso para nosotros mismos, creando memorias falsas, recuerdos que solo los imaginamos, donde nuestro intenso deseo de que sean realidad los convierte en "espejismos del recuerdo" (S. Freud, 1901, p. 147) que no dejan de ser esos sueños despiertos, donde imaginamos esos ¿y si...?, donde nos imaginamos todas esas situaciones que pudieron pasar pero jamás serán reales.
Pero el olvido y la memoria, como una danza eterna donde lo importante es visto y los detalles son dejados a un lado, son necesarios el uno para otro, siendo porque el olvido da lugar para formar nuevas memorias o simplemente, el no recordar todos los detalles de una situación nos evitara revivir el infierno de recordar con exactitud cada momento, esos que no queremos o no nos sirven llevarlos con nosotros.
Todas nuestras emociones van siendo recompensadas, cada emoción desata esa cadena de recuerdos donde nos transporta a lugares, momentos y situaciones que queramos revivir, que deseamos revivir, aunque no lo necesitemos y lo difícil es luchar contra esas emociones. Lo más importante, no podemos olvidar que existe ese vació que creamos, no dejamos de olvidar que olvidamos, esto es una extraña paradoja que forma parte de todo este proceso de no-recordar algo, una lápida con el nombre de lo que dejamos atrás, como una advertencia del vacío que puede volver a ser llenado.
Existen tantas interrogantes sobre la memoria y el olvido, que el simple deseo de querer extinguir un recuerdo puede ser pedido como una oración a un ser supremo, pero no deja de ser un proceso psicológico-fisiológico y lo más importante, ese proceso no puede ser forzado, solo comenzamos a vivir con ese extraño conflicto en nuestro interior, sin poder dejar de hacer las cosas que son importantes para nosotros y el querer a una persona es una de ellas.
Y coexisto con los te quiero que no te puedo decir, hasta enterrarlos en el olvido...
Para saber más:
- Freud, S. (1914-1916). Obras completas Sigmund Freud:
Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre
Metapsicología y otras obras. XIV (2). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu 2010.
- Freud, S. Breuer J. (1893-1895) Obras completas Sigmund Freud: Estudios sobre la histeria. II (2). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu 2006.
- Izquierdo, I., Los laberintos de la memoria, entrevista
IntraMed, 22 agosto 2007.